domingo, 10 de mayo de 2015

Pequeña carta abierta a un calvo franchute

Hace varios años atrás, un dolape francés, bastante piola, escribió mucho, sobre casi todo lo que se puede escribir. Entre esa totalidad, nos habló sobre la verdad. Narró, investigó una barbaridad sobre ese tema, pera concluir que no existe, a grandes rasgos, una verdad absoluta, y que la misma es una construcción que depende de las relaciones de fuerza que existan en determinado momento de la historia. Hablando mal y pronto, lo que ahora es algo irrefutable, ayer, hace un par de años o el siglo pasado, no lo era. 
Bien, amigo pelado, no queremos contradecirte, pero por acá, al Oeste de Buenos Aires, en un país que imagino oíste nombrar pero nunca pisaste, tenemos elementos suficientes para comentarte algunas verdades que hoy, ayer y pasado mañana serán siempre verdades. 
Primero, a Luciano le pasó lo que decimos que le pasó. Aquello que manifestamos, dijimos hasta el hartazgo, una y otra vez, acompañadas y acompañados por miles de voces, fue lo que sucedió. Y punto. Dos, Luciano no está, pero vive en nosotros para siempre. Habla a través de nuestros cuerpos, grita, se estremece y escupe, decenas de veces, cientos de verdades que lo exceden. Tercero, no somos tontas ni tontos, sabemos que existen, en este bendito mundo, máquinas de producir verdades que no manejamos, pero sí desafiamos. Las invitamos a mirarnos a los ojos y caminar junto a nosotros el sendero de la verdad y la justicia. En cuarta instancia, más allá de comprender que no se trata de un partido de fútbol, sabemos que hemos ganado. Y, por más de caer en homologías que hace diez caracteres rechazamos, lo hicimos por goleada, con caños, sombreros y varias jugadas donde todas y todos tocamos la pelota. ¿Por qué? Porque el precedente que sentamos excede toda justicia legal y legítima y se relaciona con el mundo de la política popular que invita a ganar la calle, juntarse, presionar, lograr que los que cometen atrocidades tengan que, al menos, mirarnos al ojos, o agachar la cabeza, como finalmente sucede con los cobardes. Que quede claro, nosotras y nosotros triunfamos, y no lo decimos con el diario del lunes. La lucha que nos precede no deja margen de dudas.
Estas son nuestras verdades, calvo querido. Hasta luego. 

0 comentarios:

Publicar un comentario